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La clínica en ambos casos es similar, cursando frecuentemente con vómitos más o menos frecuentes, pérdida de peso y dolor abdominal. La diarrea es un signo menos frecuente en gatos que en perros.

En la EII existe un infiltrado inflamatorio a nivel de la pared del intestino, formado por linfocitos, células plasmáticas y en ocasiones eosinófilos (enteritis eosinofílica). En el LBG este infiltrado está compuesto por una población neoplásica de linfocitos pequeños, con o sin afectación de linfonodos (LN) mesentéricos.

La imagen ecográfica de ambas enfermedades es parecida, con una distribución y extensión similar, que puede ser multifocal o difusa. Se observa en ambos casos un aumento de grosor de la pared del intestino delgado, con especial aumento de espesor de la capa muscular y submucosa (foto 1) con una ratio de la capa muscular/submucosa (M/S) >1. Aunque una ratio M/S>1 es más frecuente en LBG, este hallazgo no es determinante (foto 2). En ambos casos puede haber un aumento de LN mesentéricos (yeyunales y/o ileocólicos generalmente). La presencia de una banda ecogénica en mucosa paralela a submucosa sugiere fibrosis en casos de EII.

Es decir, la ecografía es altamente sensible, pero poco específica para discernir entre ambas. Sin embargo, es altamente útil para valorar el resto del abdomen en busca de otras patologías asociadas (frecuentemente pancreatitis y/o colangitis-colangiohepatitis/lipidosis) y poder realizar aspirados de LN o de la pared intestinal en algunos casos, aunque como se menciona, el diagnóstico definitivo es histopatológico y el resultado de la PAF nos puede dar un soporte para aconsejar al propietario la realización de biopsias intestinales.

Para su diagnóstico debemos hacer un diagnóstico de exclusión de otras patologías digestivas crónicas felinas como parásitos (Giardias, Cryptosporidium, Trichomonas) o hipertiroidismo,… y donde los signos ecográficos lo apoyen, una toma de biopsias (preferentemente a cielo abierto) para posterior estudio histopatológico, debiendo en ocasiones recurrir a técnicas de inmunohistoquímica o PARR para su diagnóstico concluyente.

La pérdida de estructuración multilaminar en el estudio ecográfico focal, multifocal o difusamente sugiere un proceso neoplásico más agresivo que en el caso de LBG (Linfoma de células grandes, adenocarcinoma,…) aunque otros procesos como enteritis severa o infiltración hemorrágica, necrotizante o granulomatosa pueden presentar también esta pérdida de estratificación (foto).

El tratamiento de la EII comprende el uso de dietas de eliminación o hipoalergénicas, administración de medicamentos antibíoticos y/o inmunosupresores y suplementos de cianocobalamina según se requiera. El tratamiento de LBG requiere el uso de quimioterápicos como el cloranbucilo, en regímenes diferentes según la tolerancia y facilidad de administración.

Generalmente el fracaso en el tratamiento se debe a un diagnóstico incorrecto, tratamiento médico o dietético inadecuado, al mal cumplimiento del cliente y/o a la presencia de trastornos concurrentes como pancreatitis o enfermedad hepatobiliar (triaditis felina).

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